La ballena con el estómago lleno de plástico

La encontraron en una mañana gris en Filipinas, arrastrada hasta la orilla.
Una ballena de Bryde —larga, elegante y diseñada para deslizarse por las profundidades azules— ahora yacía inmóvil, con su cuerpo de 40 pies meciéndose suavemente con la marea.

Los lugareños se reunieron en silencio. Algunos se quedaron con las manos en la cabeza, otros simplemente se quedaron mirando. Un pescador susurró: «Debió de estar enferma».
En cierto modo, tenía razón. Pero esta no era una enfermedad que le dio la naturaleza. Era algo que le dimos de comer.


La autopsia

Cuando los biólogos marinos le abrieron el estómago, el olor los impactó primero: un hedor químico y a podrido tan fuerte que provocó náuseas a los científicos más experimentados. Dentro, no encontraron los peces, calamares ni el plancton que deberían haber estado allí, sino 40 kilos de basura plástica .

No sólo bolsos.
Encontraron sacos de arroz. Bolsas de supermercado. Envases de patatas fritas. Bolsas de plástico de la compra anudadas como una cuerda. Una lona de plástico de un metro y medio, doblada como una broma pesada.

La ballena había estado muriendo de hambre lentamente: su estómago estaba lleno , pero su cuerpo se debilitaba cada día más, incapaz de digerir un solo bocado de lo que había tragado.


La parte divertida pero no divertida

Un buceador que conocí una vez en Bali me habló de un “tiburón con sentido de la moda”.
Juró haber visto un tiburón de arrecife nadando con una bolsa de plástico roja brillante enrollada alrededor del cuerpo como una faja. Los turistas incluso le tomaron fotos, pensando que era "bonito".

Pero la verdad es esta: los animales no ven la basura como nosotros. Para ellos, una bolsa de plástico flotando parece una medusa. Una tapa de botella parece un trozo de coral. Un envoltorio colorido parece un calamar. No saben que los matará.


Los números que no podemos ignorar

  • Cada año, 8 millones de toneladas métricas de plástico llegan a los océanos. Esto equivale a arrojar un camión de basura lleno al mar cada minuto .

  • Los científicos estiman que para el año 2050 podría haber más plástico que peces en el océano en peso.

  • Se ha descubierto que más de 700 especies marinas han comido o quedado enredadas en desechos plásticos.

Y aquí viene lo más escalofriante: el plástico no desaparece. Simplemente se descompone en microplásticos: partículas diminutas e invisibles que ahora aparecen en el pescado que comemos, la sal de nuestras mesas e incluso en el agua que bebemos.


Por qué es importante esta ballena

Algunos podrían preguntar: "Es solo una ballena. El océano es inmenso".
Pero aquí está la verdad: esa ballena es un espejo. Nos muestra exactamente lo que sucede a una escala tan grande que no siempre podemos verlo. Cada pajita de plástico que tiramos, cada tapa de vaso desechable, cada bolsa de plástico, no desaparecen. Van a la deriva. Se hunden. Encuentran su camino hacia los estómagos de las criaturas con las que compartimos este planeta.

¿Y quizás lo más trágico? Esta ballena no murió en vano. Su muerte acaparó titulares en todo el mundo, impulsando conversaciones sobre la prohibición del plástico y las iniciativas de limpieza de los océanos. Por un instante, la gente se preocupó. Por un instante, nos reconocimos en ella.


Si el Capítulo 1 fue una advertencia escrita con humo, éste es una carta escrita con agua salada y dolor.

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