La Tierra está hablando, ¿pero estamos escuchando?

Imagínate despertarte una mañana y darte cuenta que los pájaros se han ido.
Ningún suave canto saludando al amanecer. Ningún aleteo en el cielo.
Sólo silencio: pesado, antinatural, inquietante.

Ahora imagina salir a la calle y encontrar el aire denso, el horizonte borroso, los árboles cansados, como si también hubieran trabajado horas extras para sobrevivir. Vas al río donde jugabas de niño, pero ya no es la cinta brillante de vida que recuerdas. El agua está turbia, llena de botellas de plástico, redes fantasma y manchas de petróleo que atrapan la luz del sol en arcoíris feos y brillantes.

Esta no es una escena de una película postapocalíptica. Esto es la Tierra, hoy , en tantos lugares que es imposible contarlos.


Tratamos nuestro planeta como si fuera un alquiler

En algún momento, empezamos a tratar la Tierra como si fuera un arrendamiento a corto plazo: algo que usar, exprimir y dejar atrás. Destruimos los bosques, envenenamos el suelo, quemamos el aire y obstruimos los océanos. Tomamos y tomamos y tomamos, pero rara vez devolvemos. ¿Y la trágica ironía? No tenemos adónde ir.

Somos como una persona que destruye la única casa que tiene… mientras aún vive en ella.


Las heridas ocultas

Cada año, la selva amazónica pierde árboles del tamaño de un campo de fútbol cada segundo .
Cada año, más de 8 millones de toneladas de plástico terminan en el océano: el equivalente a arrojar un camión de basura al mar cada minuto .
Los casquetes polares se están derritiendo tan rápido que, en unas pocas décadas, los niños podrían crecer pensando que los osos polares son criaturas míticas, como los unicornios.

Y, sin embargo, la vida sigue como si nada pasara. Café en vasos desechables. Ropa de moda usada dos veces y tirada. Juguetes de plástico baratos que se rompen en cuestión de días. Aviones que vuelan medio vacíos solo para cumplir con los horarios. Fingimos no ver, porque ver duele.


El planeta está llorando de maneras extrañas

A veces la Tierra habla de maneras que no podemos ignorar:

  • Un incendio forestal tiñe de un color naranja brillante los cielos de California y Australia.

  • Un río en Rusia que corre de color rojo sangre debido a los desechos químicos.

  • Millones de sardinas aparecen en las playas de Sudáfrica.

  • Una ballena fue encontrada con 40 kilogramos de plástico en su estómago: tanto que ya no podía comer comida real.

Y a veces, el planeta susurra, a través de señales más pequeñas y extrañas:

  • Flores que florecen fuera de temporada.

  • Abejas muriendo silenciosamente en sus colmenas.

  • Los arrecifes de coral se vuelven blancos, como si les hubieran vaciado el alma.


Pero aquí está la verdad…

No somos impotentes. No estamos condenados.
Todavía tenemos tiempo, pero no mucho.
Y la responsabilidad es nuestra. No del gobierno, ni de ningún multimillonario, ni de nadie más.
Nuestro.

Esta serie no se trata solo de problemas. Se trata de posibilidades . Se trata de las formas ridículas, hermosas y a veces hilarantes en que personas de todo el mundo protegen esta frágil canica azul que llamamos hogar. Se trata de soluciones que ya funcionan y de cómo tú —sí, tú— puedes marcar la diferencia desde hoy.

Porque este planeta es más que sólo el lugar donde vivimos.
Es nuestra única madre.
Y ahora mismo ella está llamando nuestro nombre.

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